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El Kintsugi

Junio 11, 2019 585

No hace mucho me enteré que existe una técnica japonesa muy antigua llamada Kintsugi, que consiste en reparar objetos cerámicos que han sufrido roturas importantes.

En un primer momento, los recipientes se reparaban como lo hacemos nosotros hoy en día, tratando de disimular en todo lo posible la rotura existente.

Pero luego, la artesanía se transformó. Optó por resaltar el lado filosófico de la reparación, remarcando y mostrando con toda claridad el arreglo, como si fuesen cicatrices de las cuales uno se recupera, como historias de vida que de alguna forma se valora y se trae al presente. Valoran el pasado, mostrando el esfuerzo para conservarlo, es amar lo que en otro tiempo fue.

Si en lugar de estar escribiendo, estuviese ejecutando un instrumento musical, haría una pausa, un silencio de varios segundos para que el oyente reflexione sobre lo que escuchó. Cuando leí lo que era el Kintsugi me pasó eso, un “silencio” en mi mente y un inevitable salto al presente, para comparar esa artesanía filosófica, con lo que hacemos nosotros todos los días hoy.

Pensemos, si tenemos una cerámica de un abuelo y se nos rompe, en el mejor de los casos, tratamos de repararla y si no queda perfecta la tiramos.

A veces, sin necesidad de que se rompa, la tiramos porque nos cansamos de tenerla por delante, es fea, antigua y ni siquiera conocimos al abuelo a quien perteneció.

Y también tenemos muchos objetos que nosotros hemos comprando que no tienen ningún valor espiritual. Se rompen y los tiramos a la basura.

-Y más aún, tiramos la ropa y otros objetos cuando han pasado de moda. Llegando al caso extremo de comprar algo “estacional”, se usa 6 meses y se tira, porque dentro de 6 meses, la moda será otra y habrá que comprar otras cosas “nuevas”, lo que esté de moda.

El Kintsugi guarda y conserva manifiestamente y con amor su pasado. Nosotros hoy destruimos también manifiestamente nuestro presente, sin pensar ni sentir nada de amor.

La sociedad de consumo puede más, nos conduce a valorar lo que tenemos “de nuestra piel hacia afuera” (lo material), mucho más de lo que tenemos de “nuestra piel hacia adentro” (lo espiritual). El dinero podrá darnos alegrías, pero nunca tanto como nos da el amor. Pensémoslo. 

Arq. Eduardo Cavallaro

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