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Cada unión de pareja es un encuentro kármico. Se unirán para recorrer un camino espiritual de aprendizaje mutuo. Del encuentro entre dos, surge siempre algo nuevo.
El término “pareja” alude a una responsabilidad compartida, sean éstas heterosexuales u homosexuales, se trata de enamorarse del “ser” del otro.
También podrá darse que cursen diferentes septenios y esto se dará siempre con la comprensión del otro y la experiencia mutua de respeto.
La convivencia es uno de los temas más difíciles.
Hay que poder “amar” la idea de “matrimonio”. R. Steiner “Filosofía de la Libertad”. El “matrimonio” no es algo natural, como lo es la respiración, el dormir o digerir, es un acuerdo entre dos seres que se unen para transitar una experiencia conjunta.
Son innumerables las dificultades que emprenden los seres que están dispuestos a convivir, es un trabajo cotidiano, permanente y sostenido, es como cuidar una plantita, regarla y verla crecer, evitando que se seque.
Aprender a reconocer nuestro verdadero “yo trascendente” para poder elevarse a lo suprasensible y también poder comprender y respetar al otro.
Intentaremos trabajar el conflicto anímico-etérico para poder elevarlo y así poder llegar a pensar el –para que nos encontramos?
Qué los unió? Cómo se conocieron? Qué fue lo que los atrajo? Uno del otro?
Hablaremos también de los fracasos y desencuentros que sobrevienen y de la frustración que cada uno tiene sobre el otro.
La “felicidad” se logra a partir de esfuerzos colaterales conjuntos, son metas ideales que corresponden a la vida cultural y son de naturaleza “espiritual”.
Se trata de poder percibir y vivenciar, el alma del otro ser y eso es condición fundamental “del amor”.
Las metas espirituales que dan sentido a la vida, habrá que conquistarlas a través de esfuerzos cognoscitivos con el pensar y será necesario trabajarlas para que” mí acción” las transforme en realidad concreta.
Así entendida como comunidad de vida, ésta valdrá la pena.
En el “Arte de Amar” de Erik Fromm, habla de cuatro condiciones fundamentales,
No se trata de un conocimiento almacenado del otro, sino de compartir interiormente las expresiones de su “ser” sus pensamientos, sentimientos y vivencias. Es necesario “saber del otro”.
El matrimonio, es la comunidad más abarcante que se puede imaginar de dos seres humanos, el poder compartir las fuerzas etéreas vitales, incluiremos también la amistad, o sea la comunidad del alma y el espíritu.
Será necesario practicar diariamente la comunidad del alma a través de la conversación, educación, valores morales, cosmovisión, vivencias artísticas, musicales, literatura, teatro, etc.
Lic. Graciela Paulotsky