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El retrato

Junio 04, 2018 777

 Esta es la historia de un joven que se llamaba Carlos, que trabajaba en un gran negocio en el centro de la ciudad. En la planta baja estaba el local comercial, y en el primer piso las oficinas.

Era empleado en el sector de “personal”. Muy cerca, en “secretaría”, a pocos metros de distancia, trabajaba Susana, una señorita que le resultaba muy atractiva y de la cual estaba enamorado. Ella, casi no lo miraba, y a duras penas lo saludaba cuando lo tenía delante. Estaba de novia con otro compañero de esa misma empresa que trabajaba en el depósito de materiales.

Él tenía acceso a los expedientes de todo el personal. Un día vio el de Susana y se quedó con una foto muy pequeña de su rostro que estaba suelta entre los papeles. Carlos tenía una gran habilidad para dibujar. Con la foto de Susana, hizo un retrato casi al tamaño natural. Era ella, estaba perfecto.

En una oportunidad Carlos, hablando con sus compañeros de sector, comentó que pronto tendría que comenzar a cursar en la Facultad, pero no estaba decidido que estudiar, porque lo único que le gustaba era dibujar. En la conversación dijo que tenía una carpeta llena de dibujos. Alguien le pidió que la mostrara, y él la llevó toda, sin retirar el retrato de Susana. Inocentemente confió en la discreción de sus compañeros. Pero el caso es que uno de ellos habló más de la cuenta y Susana se enteró.

Al poco tiempo, la chica encaró a Carlos diciéndole que sabía que él le había hecho un retrato y ella deseaba verlo y comprárselo. Él le dijo que no. Ella lo miró asombrada y sorprendida por esa inesperada respuesta. Entonces él le aclaró que le encantaría regalárselo, o compartirlo con ella, pero eso sería lo lógico si ella hubiese posado para que él le hiciese el retrato.

En ese caso, hubiesen puesto los dos, en un mismo acto, las mismas ganas, pasión, entusiasmo y amor, los dos hubiesen sido los gestores del retrato. Pero no fue así, ella lo ignoraba, nunca habían hablado, ni siquiera sabía su nombre.

Carlos quería que ella no se enterase de nada, pero evidentemente se había enterado por culpa de terceros. No había hecho el retrato por dinero, lo había hecho para sentirse cerca de ella.

Al poco tiempo, Carlos renunció a su trabajo para iniciar el curso de ingreso en la facultad y nunca más vio a Susana (salvo en el retrato que lo acompañó gran parte de su vida como un hermoso recuerdo de juventud)

Arq. Eduardo Cavallaro
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