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Vivimos mirando la realidad de determinada manera, y esas gafas que nos ponemos sobre los ojos -y la mente- configuran lo que se llama un PARADIGMA.
Durante varios siglos primó el paradigma mecanicista-materialista-individualista del progreso, que ha llevado al aumento de la producción de bienes y servicios, a la sofisticación de la tecnología, y al modelo del “éxito”: ganar, acumular, ser importante, vencer, tener poder. Éste ha orientado gran parte de nuestras decisiones personales, familiares, sociales, nacionales.
El inconveniente de esta visión es que, por un lado, estamos en riesgo de desaparecer como especie -al haber trastocado el equilibrio ecológico planetario-, asociado al incremento de las enfermedades degenerativas, autoinmunes y psiquiátricas.
Por el otro, y paradójicamente, podemos vislumbrar un estado superior de humanización, dado por la comunicación y el reencuentro con los valores esenciales del ser humano.
Cómo resolver esta encrucijada?
No es posible con el viejo paradigma que nos trajo a este punto.
Se hace imperioso establecer un nuevo paradigma superador, al que podríamos denominar del “cuidado y la responsabilidad”. El cuidado supone una nueva ética, que se asienta en 3 valores fundamentales:
El filósofo Leonardo Boff lo expresa así:
“cuando amamos cuidamos, y cuando cuidamos amamos.
El cuidado constituye la categoría central del nuevo paradigma de civilización que trata de emerger en todo el mundo.
El cuidado asume una doble función, de prevención de daños futuros, y regeneración de daños pasados.”
Y que es saber cuidar? Cuidar de sí mismo, de los otros, del planeta…
El cuidado de sí mismo implica el del cuerpo, las emociones y la mente-espíritu…
A nivel del cuerpo, los descuidos tienen que ver con el estilo de vida inadecuado, debido a la ignorancia de nuestras necesidades, potencialidades, y de lo que en esencia somos. Así desfilan los hábitos alimenticios perniciosos -productos manufacturados/ congelados/refinados/exceso de sal, etc.; las adicciones; el escaso contacto con las energías primarias -terrestre/solar- y la excesiva exposición a la polución electromagnética-petroquímica-sonora-telúrica; la prisa y la hipertensión muscular.
Además, vivimos buena parte del tiempo sumergidos en el desorden emocional, donde predominan los deseos, las pulsiones, las variaciones anímicas, que llevan a una lucha interior sin cuartel, que conduce a los derroteros de la dependencia, la autodestrucción y el vacío de sentido.
Toda esta ansiedad e irritabilidad crónicas, conducen a una congestión del vehículo etérico e interfieren con la circulación energética, generando cansancio.
Dado este panorama es menester aprender a controlar -no reprimir- las emociones aflictivas y, si es posible, transmutarlas, pues son todas estrategias de aprendizaje.
Así por ejemplo pasar del miedo a la prudencia; de la ira a la autoafirmación, de la tristeza a la serenidad, de la preocupación a la consagración y de la excitación a la compasión.
Ello requiere encontrar la pausa, el ritmo propio, regresar al presente, para poder apreciar, valorar, agradecer y así cultivar en forma responsable el autoconocimiento, la autorregulación y la autonomía.
A nivel intelectual, hemos hipertrofiado la inteligencia utilitaria, guerrera que solo busca ganar, conquistar, sobresalir. Con ése intelecto no podemos sobrevivir en el planeta. Necesitamos pasar de la inteligencia guerrera a la altruista-solidaria, que apuesta al bien común en una justicia distributiva. Es pasar del arquetipo del guerrero sombrío al luminoso que tiene en cuenta a los demás y de ahí al bienhechor que se da y se entrega de corazón.
Esto incluye a los vínculos afectivos, las amistades, y allegados como representantes del cuidado a los otros.
Desde este nuevo punto de vista, un gran líder es una persona que sabe pedir ayuda, que tiene norte ético, que sabe escuchar y recrea círculos amistosos en su entorno.
A nivel social, es más equitativo cuantos más bienes públicos de calidad tenga destinados. Pero el poder generar riqueza con equidad depende de las transacciones ganar-ganar, en la medida que se despliegue este nuevo modelo vincular de relaciones.
Parafraseando a nivel numérico, podemos afirmar que desde el uno equilibrado-íntegro-activo-participativo, existe la posibilidad de relación armónica con 10 o 100 otros, despertando la conciencia de la responsabilidad y el cambio de actitud hacia la cooperación, la interdependencia y el sentido de pertenencia a la gran cadena de la Vida...
Quisiera finalizar con una oración que expresa claramente la propuesta de la unificación:
“Todos los hombres son uno y yo soy uno con ellos...
Busco amar y no odiar; busco servir y no exigir servicio, busco curar y no herir...
Que el dolor traiga la debida recompensa de luz y amor,
Que el Alma controle la forma externa la vida y todos los acontecimientos y traiga a la luz el Amor que subyace en todo cuanto ocurre en esta época.
Que vengan la visión y la percepción internas.
Que el porvenir sea revelado.
Que la unidad interna sea demostrada.
Que cesen las divisiones externas.
Que se consolide el Amor.
Que todos los seres humanos amemos.”
Dr. Salomón Rafael Szapiro