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Amor de padres

Febrero 13, 2020 866

Creo que el amor es un sentimiento muy grande y fuerte hacia otra persona, un hijo, un familiar, o hasta un ente. Y en cada caso tiene distintas característica y manifestaciones. El amor en una pareja, al ser correspondido, se da y recibe al mismo tiempo. El amor a los hijos tiene la particularidad de que lo que recibimos de nuestros padres lo devolvemos recién a nuestros hijos y el que reciben nuestros hijos lo devolverán a nuestros nietos (sus hijos).

Me imagino los nueve meses de embarazo de mi madre y los primeros años con pañales (de tela) mamaderas, papillas, etc. Y yo inconsciente de todo. Y después, estar a mi lado durante la escuela primaria, la secundaria, la facultad. Años dando y dando amor. Cuando hacía el servicio militar durante dos años, salía de casa a las siete de la mañana y regresaba de la facultad a las 23 o 24hs. Y tenía la comida lista en el horno de la cocina. Todos los días, 2 años. Todo eso, creo que lo retribuí recién cuando vi nacer a mis cinco hijas. Llevándolas a la escuela, los feriados a la plaza, en las vacaciones a la playa. Ahora las ayudo con la casa en la que viven y con los hijos chiquitos.

Podría recordar muchos actos de amor de mis padres, pero hubo un episodio muy particular que me quedó grabado en la memoria y no olvidaré jamás. Me había tocado por sorteo, hacer la conscripción en la Marina, eran dos años. La concentración fue en la ESMA Escuela mecánica de la Armada. El primer día nos revisaron (incluso si alguno de nosotros era gay) nos dieron un uniforme horrible, viejo, gris oscuro, usado, único número para todos. La instrucción militar la recibimos en una cancha de futbol sin pasto, todo tierra reseca, era pleno verano. “hacia los árboles carrera mar, alrededor mío carrera mar, cuerpo a tierra, pararse, alrededor mío carrera mar, sentarse, pararse, cuerpo a tierra…” A la noche, en grupos de a veinte, entrábamos en una ducha que en el techo tenía caños perforados por donde salía el agua. Un cabo graduaba el agua caliente según nuestros gritos. Nos poníamos el mismo uniforme (todo sucio) y a la cama. Seríamos mil conscriptos que pasábamos la noche en una cancha de balón cesto techada, teníamos camas superpuestas de tres niveles. Así estuvimos dos semanas.

Un día a la mañana, nos subieron a un camión con otros compañeros, estaba techado con lona, en la parte trasera estaba abierto y se veía la entrada de la Escuela. Cuando el camión estaba por arrancar, vi, más o menos a cincuenta metros de distancia, a mis padres que entraban. Yo me imaginé que irían a pedir que me asignaran un destino en la Capital Federal. Recuerdo que caminaban a pasos rápidos e iban vestidos con ropa clara. Tuve ganas de tirarme del camión e ir a su encuentro, abrazarlos y pedirles que se fueran, pero no podía, el camión ya salía por la puerta principal sobre la av. Libertador y ellos ya habían ingresado al edificio. Por suerte de allí me llevaron a mi destino en el servicio de Hidrografía Naval en Barracas, dos años perdidos, sin hacer nada y para nada. El recuerdo de esa breve imagen de mis padres me emociona, porque no conocían donde se metían y no conocían a nadie con quien hablar; emoción, por lo que estaban haciendo por mí. Sentí y siento lástima, porque no los hubiera querido involucrar es esa situación difícil, y gratitud por el intento. No sé por qué, pero nunca les dije que los había visto, pero lo guardé en mi corazón....                                                                                  

Arq. Eduardo Cavallaro