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Muchas veces cuando nos levantamos no sentimos ese inmenso regalo que es la vida, y nos movemos a lo largo de nuestro día como si la existencia fuera algo más cercano al soportar y al sufrir, que al disfrutar.
La muerte y la vida están estrechamente unidas, pues el día que nacemos empezamos a morir y al dejar de respirar emprendemos otra vida en otro espacio, en otra dimensión. Por eso, me parece mucho más triste que el hecho de morirse, el no saber cómo vivir. Creo que daríamos un paso de gigantes si perdiéramos un poco de miedo a la muerte y ganáramos un poco más de auténtico amor y pasión por la vida.
Vivir es un asunto urgente.
Los seres humanos tenemos una esencia que es extraordinaria. Por alguna razón que desconocemos, las personas hemos perdido nuestra capacidad de sintonizar con esa frecuencia, con esa realidad extraordinaria que sin saberlo se encuentra en nuestro interior.
Nuestra esencia, nuestro verdadero ser, conoce lo que necesitamos y puede darnos los recursos que precisamos. Habita en ese corazón que solo se escucha cuando se abre la mente y se silencia el murmullo incesante de pensamientos miopes que creen que solo existe aquello que se puede medir, pesar y analizar. No es necesario creer a pies juntillas, lo que sí es preciso es abrir una “rendija” en nuestro intelecto para acercarnos a algo que al fin y al cabo es un misterio.
Esa inmersión en el misterio, con el espíritu de fascinación y sorpresa de un niño, es la que nos puede conectar con esa fuerza de extraordinario poder, capaz de devolver a nuestro mundo la luz, la alegría, el entusiasmo, la serenidad y la confianza.
Cuando uno vive en la oscuridad, abrir una rendija que deje pasar algo de luz puede parecer un gesto intrascendente y, sin embargo, no lo es, porque cuando mayor sea la oscuridad, mayor será el impacto de una pequeña luz.
El miedo a lo desconocido nos paraliza y nos estamos perdiendo la aventura de descubrirnos como los seres extraordinarios que somos.
El redescubrimiento personal es el camino que todos estamos llamados a recorrer si queremos llegar a realizar nuestro verdadero Ser. Podemos, si confiamos en nuestras capacidades ocultas y es un camino sin retorno…
La vida es un milagro continuo y nosotros estamos demasiado ciegos como para darnos cuenta de ello...
¡FELIZ NAVIDAD!
Mario Alonso Puig